martes

MnBo de So Lo: PATIO

Hubo otra época, después de la del patio del sombrero, en la que dos tías abuelas me llevaban a almorzar en restaurantes entre semana y los fines de semana, junto con el tío abuelo y sus hijas, a su casa de la playa. En el viaje atravesábamos el túnel de la bahía y recorríamos treinta kilómetros por la costa este. Aunque la playa no estaba muy cerca, me encantaba ir a allí. El entorno era casi virgen, sin edificios alrededor, sólo algunas casas con sus terrenos que ocupaban media manzana. Aún no iba al colegio o estaba comenzándolo.

Una vez las hijas de los tíos abuelos (que me hacían trastadas de vez en cuando) me llevaron en bicicleta a la orilla del río. Poco después, un fin de semana, al llegar vimos que habían robado en la casa y en la casita del patio, donde estaban las herramientas y las bicicletas que se las llevaron. Vino un detective (¡con una pipa!) y estuvo analizando la huella de una pisada que había en la cama del segundo cuarto, el que estaba frente a la cocina, pues probablemente habían entrado por la ventana. Recuerdo el susto de mi tío abuelo cuando me corté un dedo (aún tengo la cicatriz) con un cuchillo cortando pan.

Veintitantos años después, viví unos meses allí y rememoré esa parte de mi niñez. Si pudiera volver atrás, pasearía por el frente de la casa con la platanera cargada de racimos de plátanos, torcería por el estrecho pasillo de un costado de la casa con su jardincito de plantitas alineadas, bordearía la parte trasera y me iría al otro costado, mucho más ancho, a ver el framboyán, la mata de limas y la higuera, y me internaría en esa especie de bosque que era la segunda mitad del patio. Si pudiera viajar en el tiempo y el espacio, me aprendería los nombres de todos los árboles, matas, frutas y flores que había, desde la calle del frente hasta la calle del fondo, cerraría los ojos y olería.

Ahora, pasados mis sesenta, siempre huelo las limas cuando las corto, antes de agregarlas a la ensalada. Ese olor me transporta, inevitablemente, al patio de la casa de la playa con sus enormes y riquísimas limas que no pelábamos aunque quemaban y nos encantaban con azúcar sobre cada mitad. Hubo más patios.

EL PATIO DE LA CASA DE LA PLAYA

en "So Lo y sus cincuenta y cuatro MnBo".

PATIO

10 × 30 × 10 cm

Botella, fragmentos de botellas y de bolígrafo, mallas / redes y piezas de plástico; plástico impreso; corchos y cuerda de algodón reutilizados; hilo de nylon; LEDs: uno amarillo vela, tres verdes, tres amarillos y dos rojos; cables, tres interruptores y tres baterías de 3 V.

Obra de la colección "Cincuenta y cuatro MnBo de So Lo".

En "Cincuenta y cuatro MnBo de So Lo" y "So Lo y sus cincuenta y cuatro MnBo".

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